Desperdicio Alimentario/Reportaje

El desperdicio, la manzana de la discordia

El 21,1% de la población española vive por debajo del umbral de la pobreza y el número de personas que acude a Cáritas se ha triplicado desde 2007. Resurge el debate sobre el desperdicio de alimentos, un asunto sobre el que no existe consenso a pesar de lo que cree la mayoría de la sociedad.

Por: Nicolás Guillot

Mercabarna. 11/12/2012. Barcelona. Dea Stojadinovic

Mercabarna, 11/12/2012, Barcelona, Dea Stojadinovic.

Flanqueados por un par de altavoces y al ritmo de  música de discoteca, una docena de voluntarios rellenan cajas con productos como latas de tomate triturado, atún, galletas, sal, arroz, lentejas, cacao, azúcar y aceite. Antes de ser dispuestos en ellas, los alimentos son trasladados por una especie de cinta transportadora y, a medida que avanzan, son tomados y organizados por quienes se encuentran a su alrededor.

Una vez selladas, decenas de estas cajas son apiladas contra las paredes, casi hasta el techo. Otras son llevadas rápidamente hacia la puerta destinada a las entidades receptoras que, en su momento, entregarán los alimentos a las familias más necesitadas. Afuera esperan furgonetas y camiones de organizaciones como la Fundación Prodein y la Cruz Roja. Cada una cuenta con un turno para ser cargada. Las cajas que esperan a ser cargadas rebosan de alimentos y en cada una de sus caras exteriores se lee:   Fundació Banc dels Aliments, gran recapte d’aliments.

En la Fundació pululan los alimentos como si el desperdicio no existiese y todo llegara oportunamente a este hangar gigante con aire de nave industrial.

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Sin embargo, en una resolución del 19 de enero de 2012 sobre cómo evitar el desperdicio de alimentos, el Parlamento Europeo  señaló que  cada año se pierde en Europa “hasta un 50%” de alimentos sanos y comestibles a lo largo de la cadena agroalimentaria. Por su parte, un estudio de la Comisión Europea  estima que  en los 27 estados miembros de la UE se generan anualmente 89 millones de toneladas de residuos alimentarios, es decir, 179 kilogramos por habitante.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advierte que actualmente “925 millones de personas en el mundo corren riesgo de desnutrición” y que el aumento previsto de la población, de 7.000 a 9.000 millones de habitantes, “requerirá un incremento mínimo del 70% del abastecimiento de alimentos antes de 2050”.

En España, una reciente investigación de del programa Salvados de Jordi Évole señalaba que se tiran anualmente 9 millones de toneladas de alimentos. Los supermercados y los fabricantes, así como los agricultores serían responsables del 60% del despilfarro, mientras que las familias del 20%.

“Yo hago verduras”, sostiene Pau Gutiérrez, un productor del municipio de Alella. “Hago ecológico, el umbral de perfección del producto es más bajo y no tiramos como los otros”. A su parecer los agricultores de mayor tamaño sí tiran pero ello tendría una explicación: “Por ejemplo las habas, si el precio está bien las recogen y, si no, las dejan en el campo”. Para él los bancos de alimentos no son la solución: “El problema es quién paga las horas de recoger para llevarlas a un banco de alimentos, no es que no haya voluntad de los campesinos, es que los números no dan”. Sucede también que algunas organizaciones no quieren recibir las verduras: “Yo he ido a Cáritas a decirles si quieren lechugas que no voy a vender y se van a pudrir y me han dicho que no”, explica Gutiérrez. Las verduras se estropean rápido. También cuenta que algunos tiran los tomates que sobran al campo, para transformarlos en abono.

Las opiniones divergen

Otra visión del desperdicio tiene Jordi Peix, vicepresidente de la Fundació en Barcelona: “Tiran muy poco los supermercados, normalmente es un 0,5%. El despilfarro es casi nada, pero es el más notorio, el que más se ve». Y agrega: “Los agricultores, cuando el precio cae retiran esa fruta y nos la dan. Las cooperativas van encajando, ponen en cámara dos días, tres y luego envían al banco de alimentos”.

Para sustentar su tesis Peix se apoya en las estadísticas de la Agència de Residus de Catalunya (ARC), según las cuales los hogares son responsables del 58% y los supermercados del 16% de las 260.000 toneladas de alimentos derrochados anualmente en Catalunya. Con él coincide en cierta medida Remei Uz Rico, responsable de comunicaciones de Mercadona en Catalunya. Afirma que los pedidos se tienen que ajustar a la demanda y que “el despilfarro es inexistente”. La Fundació estima haber recogido este año 700 toneladas de alimentos de los supermercados.

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En Mercabarna, un polígono alimentario de Barcelona que acoge siete pabellones dedicados a la compra y venta de frutas y hortalizas, algunos trabajadores de paradas mencionan su colaboración con la Fundació o describen cómo intentan limitar el desperdicio. “Tratamos de traer lo que vendemos”, explica Carlos,  de Frutas y Verduras Amat, “pero a veces tenemos algo y se lo damos al banco de alimentos”. En un pabellón contiguo está José, de la parada Agraria de Santa Coloma de Cervellò. “Procuro que no sobre”, lanza entre lechugas y espinacas recién descargadas. Enseguida explica que de ser necesario baja los precios o muchas veces los mismos productores de la cooperativa recogen lo que ha sobrado y se lo llevan a sus animales. Nada se pierde.

La industria es otro eslabón de la cadena agroalimentaria objeto de diferencias entre Peix, y en este caso, la UE: “La industria no tira nada, los alimentos van a parar a bioresiduos o harina para piensos. Hoy en día todo se aprovecha”, sostiene. Peix relata, tras haber leído el informe del PE, que deben contabilizar el bagazo de la cerveza como un elemento tirado por la industria. Sin embargo, para este ingeniero agrónomo hoy a cargo de la Fundació, el bagazo de los cereales se les da a las vacas y por ende no se puede considerar como un producto tirado.

En algo coinciden Salvados, Peix y la UE: en mayor o menor grado, las familias sí desperdician. Pero hay soluciones, como explicó Manuel Bruscas, experto en despilfarro alimentario, al programa de La Sexta: «Hay acciones que se pueden llevar a cabo, la concienciación. Es importante que los ciudadanos entendamos que estamos despilfarrando mucha comida. Ahora deberíamos hacer una campaña que diga no hay que tirar comida, te puedes comer la fruta fea«.

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